43 años después
Hoy. Día 1 de diciembre de 2016 tiene previsto su aterrizaje en Zaragoza el primer A400M Atlas del Ejercito del Aire español para entrar a formar parte del Ala 31. Hoy será un día histórico que espero que el tiempo recuerde con el mismo cariño que recordamos aquel ya lejano 18 de diciembre de 1973.
Parece ayer, pero han pasado muchos años y muchas cosas desde entonces. Aquel primer Hercules venía desde la factoría de Lockheed Martin en Marietta, estado de Georgia, y tuvo que hacer escalas en Terranova y Alemania. En esta ocasión el vuelo es casero porque el A400M se monta en Sevilla, como todos sabemos.
La tripulación y los pasajeros de aquel avión eran componentes del Ala 31, Escuadrón 301 que se creaba en ese momento; tanto pilotos, como mecánicos y técnicos que habían recibido la formación en Marietta para el mantenimiento y vuelo del Hércules. Entre ellos estaba mi padre. Habían estado varios meses en EEUU y volvían a casa por Navidad. Así que la bienvenida fue muy emotiva. Estábamos todos los familiares y compañeros del Ala en la plataforma junto a los hangares ya listos para los nuevos aviones. Un rato antes de su llegada ya nos avisaron de que estaba en contacto por radio con torre y que en unos minutos los veríamos llegar. Nuestros ojo se dirigieron hacia La Muela, que era el punto de aproximación seguro ese día. Algunos nos costó más adivinar el punto en la distancia que oír las voces de «ahí está, ahí está». Poco a poco se fue haciendo mas visible el Hércules y su ligera estela en el frío aire de aquella mañana. El piloto enfrentó la pista y realizó una pasada a vuelo bastante lento y a poca altitud y al llegar a la altura de los hangares realizó el alabeo de saludo. Todo el mudo rompió en un caluroso aplauso y el alguna de las ventanillas se adivinó algún rostro irreconocible.
El circuito que realizó el piloto demostró su habilidad a los mandos de aquel nuevo aparato. Fue un circuito muy corto y con una toma en cuadrado que recortaba las distancias y los tiempos. Estaba claro que ellos también tenían ganas de llegar a casa. Tomó tierra y tras las las lógicas esperas para parar motores y dejar expedito el acceso al avión, tuvieron lugar los saludos protocolarios de los jefes de la unidad y los tripulantes.
Ya no recuerdo en qué momento se hizo la foto de ahí arriba, pero sí que fue un rato de abrazos, besos y saludos en todas las direcciones. Luego llegó el momento de sorprenderse con el interior del aparato. Que, por cierto, llevaba dentro suspendido un motor de recambio. Por lo que no faltaron los chistes sobre la posibilidad de cambiarlo en vuelo.
Por desgracia aquel aparato fue el único de los Hércules que se ha perdido, en un trágico accidente en la isla de Gran Canaria en 1980.
Imagino que la recepción que tendrá lugar dentro de un rato en Zaragoza no será tan emotiva, por no tener se carácter transoceánico y la separación de los tripulantes. Pero seguro que será un gran día para el Ala 31 y todos sus componentes.
Desde aquí quiero desearle el mejor de los futuros y las fortunas y que las muchas misiones que tiene por delante este Atlas y sus hermanos venideros, sean un completo éxito. Y puesto a pedir…, que no sean bélicas.
Todo mi cariño y admiración al Ala 31 que siempre hace honor a su lema «Lo que sea, donde sea y cuando sea«. Y como decía un buena amigo de mi padre en el mantenimiento: «Lo imposible sólo cuesta un poco más que lo difícil«.
Me permito añadir, hoy día 2 de diciembre, el enlace al vídeo que ha puesto el Gabinete del Gema en su Facebook.