La Innovación está de moda
Artículo escrito para la Revista Forum Aragón (nº 19)
Los Encuentros de Experiencias Innovadoras en el Aula o de Proyectos Innovadores en Centros se están multiplicado en los últimos tiempo de una forma muy importante. No sé si es muy exagerado decir que no hay organismos importante, implicado en la educación, que no esté poniendo su granito de arena en la proliferación de este tipo de eventos. Por supuesto, que todos no tienen el mismo cariz, financiación, público y objetivos; pero sí una elemento en común: “La Innovación Educativa”.
No es ninguna novedad para el mundo educativo. La innovación es un elemento que siempre ha estado ahí, que ha tenido y tiene su nicho de permanente actividad y que ha sido, es y será un objetivo de una parte de los docentes. No vamos a poner números, porque eso es absolutamente aleatorio y depende de infinidad de factores. Pero lo cierto es que ahora se ha puesto el foco sobre esa necesidad de cambio en la educación. Pero no siempre tiene el mismo horizonte como meta.
Cuando los Encuentros Utopías Educativas (antes EDUTOPÍA) iniciaron su andadura en el 2013, se pretendía cubrir un espacio que, desde mi humilde punto de vista, era imprescindible llenar. Pero además creía firmemente que el contenido debía ser el resultante de la experiencia de aula y de la vivencia exitosa del trabajo de nuestros alumnos, como resultado de las iniciativas de los docentes. Siempre hemos querido poner el énfasis en el hecho de que el Encuentro sea un espacio de conocimiento, relación, intercambio, convivencia y amistad entre docentes. Que el protagonismo lo tenga el acto docente y sus “interpretes directos”, los docentes y sus alumnos. O los alumnos y sus docentes; que en este caso también debería poderse usar el “tanto monta, monta tanto”.
Las 4 ediciones que hemos vivido del Encuentro creo que nos dan la razón en que necesitamos este tipo de espacios. Lugares en los que conocer de primera mano, cómo ponen nuestros colegas sus ideas en marcha y qué resultados obtienen. Poder intercambiar impresiones con ellos, comparar sus circunstancias con las nuestras y valorar la posibilidad de adaptar o transformar su experiencia o, simplemente ilusionarnos con la posibilidad de que nuestra propia idea no sea tan descabellada como nos parece, cuando la consultamos con la almohada.
La cantidad y la calidad de las experiencias que se presentan en cada nueva edición han ido creciendo. Yo estaba convencido de que habría un valle en el segundo año y hubiese apostado a que, puesto que no se dio esa caida; el tercero sería más flojo. Pero me he ido equivocando en cada previsión y el Encuentro ha seguido creciendo a pesar de lo “utópico” de ese hecho. En la edición de 2017 ya no me atrevo a afirmar nada porque este curso va a tener una concentración muy importante de actuaciones en torno a la Innovación Educativa; proveniente de diversos frentes y con diferentes protagonistas. Cuando se publique este texto habrá tenido lugar el Encuentro de Centros Innovadores que estamos terminando de organizar la Asociación Utopías Educativas y el grupo DIM. Hace unas semanas se celebró SIMO EDUCACIÓN con una importante carga de atención a la innovación. Y además suenan voces que anuncian un nuevo y potente evento en la primavera.
El empeño en hacer de la Innovación un frente abierto, en el que avanzar de forma decidida, no es nuevo en nuestra historia; pero sí que ha cogido un impulso importante. Pero esa mejora en la educación, que por definición, debe buscar la innovación; no es ni fácil, ni algo que se consiga a corto plazo, ni tan siquiera predecible. Podríamos decir que las acción innovadoras tiene tantos matices como realidades las albergan y tantos factores intervinientes que siempre son más de los que planificamos. Pero intentemos poner el foco en alguno de ellos; basándonos en los hechos observados y los datos recogidos.
Cuando organizamos unos Encuentros de “Experiencias” es porque la realidad del día a día de nuestras aulas está fundamentado en una estructura poco estable. Más allá de las actuaciones que tiene lugar en el aula y a lo largo del curso, es muy difícil hacer cualquier tipo de planificación. Todos sabemos, y tenemos datos, que en Aragón se llevan a cabo “cientos” de actuaciones innovadoras en nuestras aulas, muchas de ellas de una gran calidad y con unos muy buenos resultados. Esto no es un brindis al sol. Esto es un hecho del que podemos ver la punta del iceberg en cada edición del Encuentro. Y esa es la simiente que habría que cuidar y que necesita calor, entrega y recursos. Porque la mayoría de los proyectos de mayor calado surgen de las experiencias exitosas que se han desarrollado en un aula, en un nivel o en un ciclo.
Pero el salto para que se plantee la posibilidad de llevar adelante un Proyecto Innovador como Centro Educativo y como Comunidad Educativa es muy difícil. Y a pesar de ello los hay y además consiguen mejorar, porque se sientes capaces de hacerlo y ese ya es un gran paso. Y destaco en esta afirmación el “sujeto” = “Comunidad Educativa”. El apoyo, la comprensión plena del proyecto, la implicación y la participación de los alumnos y los padres son elementos que le aportan una estructura férrea al desarrollo de lo que se plantee. Primero porque si los alumnos entienden lo que se les propone y ven un cambio en la forma de trabajar, se van a implicar y son ellos los que han de hacer el trabajo, porque son ellos los que tiene que “aprender”. Mucho más que nosotros “enseñar”. A los padres les pasará lo mismo, el mero hecho de que los alumnos incrementen la motivación no es bastante, tienen que ser conscientes de que detrás de esa “animación” hay un argumento pedagógico sólido y que además de pasárselo bien, están aprendido. Y eso sólo se lo podemos argumentar desde el aula y desde la presentación clara y concreta de los objetivos que buscamos y los medios que vamos a usar. Y de aquí emanará un segundo aspecto. Una vez la Comunidad Educativa esté metida en el proyecto, ellos mismos van a servir de acicate para seguir en marcha y empujar la continuidad. Otro problema es que hay factores externos que no dependen de la comunidad; y son vitales.
La necesidad de un proyecto de centro va unida de forma inseparable con la existencia de ese “Proyecto”. Una idea “clara”, concreta, palpable y perceptible por parte de toda la Comunidad Educativa, de que existe un objetivo “alcanzable” que supone una “mejora deseable” para todos y que el esfuerzo necesario está en nuestras manos. Pero además de ese “objetivo”, siempre existen los líderes que lo encabezan y que en muchos casos son el Equipo Directivo o tienen su apoyo incondicional. Permitidme un simil montañero. ¿Alguien se aventuraría en una excursión por la montaña si el guía no es competente y no tiene claro a dónde quiere llegar?.
Pero es que además, en nuestro caso, los “mapas” con los que contamos no son actuales y los caminos dibujados no son los que están trazados en el terreno. Me refiero, claro está, a la legislación que enmarca la actividad docente. En muchos casos hay que sortear ciertas normas, negociar con la administración ciertos “mirar para otro lado” y muchos “es que” hay que resolverlos con iniciativa propia y soluciones creativas. En realidad, si leemos más el currículum y menos los libros de texto, veremos apoyos a muchas de nuestras vías alternativas.
Y una vez montada la cordada tras un “primero” que conoce el objetivo y nos ayuda en la aplicación de las técnicas de cada proceso del camino, nos va a surgir la “caída” de algún compañero. Llevamos toda la vida sufriendo la falta de continuidad en los equipos docentes. Cuando estamos a mitad de escalada uno de los miembros nos deja y parece que tenemos que empezar de nuevo. Los proyectos de centros que hemos visto con un gran éxito no dejan de tener esos problemas, pero en muchos casos han sabido crear un aseguramiento de cuerdas gemelas o dobles para que cuando alguien se incorpore nuevo no haga perder el pie a los demás y encuentre el camino rápido y limpio. Para eso están los planes de acogida de algunos centros, en los que hacer un “acompañamiento” del nuevo miembro de la cordada, hasta que esté seguro en su posición en el equipo. Ya sé que puede suponer “miradas a otro lado” de las administración. Pero es que no quedará más remedio que asumir que, un centro también hace su trabajo cuando pone remedio a los inconvenientes que le vienen impuestos.
Una vez estamos en marcha y asegurando el ascenso, no hay más remedio que comprobar constantemente que la ruta es la correcta. No vaya a ser que nos toque retroceder. Y eso es mucho más penoso que el avance. La evaluación, aunque pueda parecer absurdo, no es precisamente nuestro fuerte. Nos cuesta mucho poner items claros y concretos que nos permitan conocer los avances, medirlos y sacar consecuencias de las correcciones a aplicar. Y no estoy defendiendo el absolutismo de las “calificaciones” como valor numérico a incrementar, a toda costa. Las emociones no son algo fácil de medir (si es que es posible hacerlo) pero debemos de observar sus repercusiones en los factores que determinan nuestro trabajo y sacar conclusiones. Si nos hemos marcado unas metas, tenemos que ser capaces de saber el grado de avance y valorar las medidas correctoras o de refuerzo a aplicar.
Para toda travesía vamos a necesitar un equipamiento imprescindible que garantice nuestra seguridad. Y en el aula no es un tema menor. Tenemos los recursos imprescindibles, seguro; pero a veces necesitamos más y mejores medios. La abundancia de medios no garantiza nada en absoluto; pero su ausencia sí que puede provocar dificultades añadidas. Todos los recorridos no necesitan el mismo equipamiento y éste no es sólo, lo material. Las horas de trabajo, el tiempo disponible para hacer posible los proyectos, es el mayor de los tesoros y el más valioso de los recursos. Creo que eso es algo que todos tenemos más que claro. Tiempo, tiempo y tiempo es lo que todos necesitamos, porque es lo que más tenemos que dedicar.
Resulta altamente significativo conocer que toda la Comunidad Educativa busque como recompensa: “La satisfacción del trabajo bien hecho”. Y esto es así. Cómo lo estáis leyendo. ¿Pero no decían que nos faltaba espíritu de esfuerzo?. A lo mejor lo que nos faltaba en Educación es una meta por la que merezca la pena esforzarse. El protagonismo de cada componente del equipo, en su papel, con sus objetivos claros y sus refuerzos, porque está progresando, le facilitan un nivel de satisfacción que le invita a continuar con el esfuerzo. ¿Es eso equiparable a una buena nota en un examen?. Pues sí que lo es. Pero sólo en la parte “individual” del éxito puntual en los contenidos. ¿Y todo lo demás?. El trabajo colaborativo, los retos de un proyecto, la colaboración entre diferentes estamentos (padres, profesores, alumnos), la relación con el entorno, la visión de conjunto que se obtiene al ser parte de un todo y tener tu porción de protagonismo en el éxito…
Una vez llegas a este punto del recorrido y ves un poco “a vista de pájaro” el panorama, resulta que comprendes el porqué de que a ciertas convocatorias se presenten más unos centros que otros. Y si encima tienes la oportunidad de conocer de cerca las realidades, se muestran otros factores. Y para eso es bueno tener un foro en el que poder relacionarse con ellos.
Se le da importancia a la Innovación y se usa ésta de varias formas. Servirá para permitir el avance de comunidades con mejoras envidiables, pero también se usa como reclamo para montar un escaparate vacío de contenido real. Y además no olvidemos que es un reclamo publicitario de algunos productos, que no dejan de ser lo mismo de siempre, con más colorines. Hay centros que tienen la estructura, el armazón para poner en marcha los proyectos y hacerlos realidad. Y los llevan a cabo con éxito, porque hacen de ello parte de su estrategia para seguir creciendo. ¿Parece perfecto verdad?. “PERO”, ¿Realmente los objetivos y los procesos suponen una innovación?. Porque se dan casos en los que se está ahondando en un aprendizaje mecanicista, conductista a ultranza y en algunos casos hasta segregador.
Hay otros centros que no tienen ni estructura, ni armazón porque cada año cambian la mayoría de los docentes y, a lo peor ,no se mantiene ni el propio equipo directivo. En ese caso es imposible que se fragüe un “proceso” innovador, pero sí que crecen las “experiencias” brillantes, ilusionantes y, como las flores, de corta vida.
Mi pregunta es: ¿En cual de los dos casos mejora la experiencia escolar de los alumnos?. Estoy convencido de que en el segundo. Por eso, he sido siempre un gran defensor de la escuela pública rural. Porque creo que es el semillero de muchísimos grandes docentes y el invernadero de muchísimas grandes personas, que fueron sus alumnos.
Y creo que es evidente la consecuencia de este planteamiento. ¿Dónde está el punto medio? ¿Cuál es el lugar exacto en el que encontrar la “virtud”?. Hay quien dice que la verdadera virtud no existe. Para Aristóteles, la virtud era: “la acción más apropiada a la naturaleza de cada ser”. Luego para una Escuela Pública, la acción más apropiada sería la búsqueda de que “todas” las Comunidades Educativas tuvieran las condiciones que permitieran hacer posibles los proyectos de desarrollo educativo, docente, académico y social. Con el objeto de mejorar los aprendizajes y también la educación social y humana de cada uno de sus integrantes.
Estoy abogando, por tanto, por la búsqueda de soluciones que nos libren de una legislación que no está acorde con los objetivos de una educación pública de calidad y pensada para el desarrollo de nuestros alumnos como personas integrales y no sólo como competidores por un puesto en la industria. Medidas que permitan que los centros educativos públicos cuenten con buenos “guias” internos y externos para la planificación, seguimiento, evaluación y adaptación de proyectos viables en la Comunidad Educativa. Medidas que hagan posible que se mantengan los equipos humanos que ponen su profesionalidad y su entrega en proyectos vitales para el desarrollo de las personas y las Comunidades Educativas. Medidas que permitan que los recursos imprescindibles para terminar la travesía lleguen a “tiempo” y “con tiempo”.
Cuando hablamos, por tanto, de Congresos, Jornadas, Encuentros o cualquier tipo de eventos en los que se promueve, ensalza o valora las Innovación Educativa, nos podemos encontrar con cosas muy distintas y todas valiosas. En tanto en cuanto nos permitan conocer qué factores son los que hacen que sean innovadoras, qué elementos las convierten en valiosas, las hacen posibles y las ponen a nuestro alcance. Y si no podemos llegar a ellas, al menos podremos soñar que con otras condiciones se pueden emular. Así que aprovechemos que está de moda y busquemos lo mejor que podamos adoptar a nuestra realidad. Y al tiempo, esperemos que los admistradores tomen nota y pongan las piezas que nos faltan en ese puzzle.